Un inquietante remolino de imágenes, con sonido estruendoso y múltiples
batallas– es una producción estadounidense que costó alrededor de 175
millones de dólares, a cargo de Guy Ritchie, uno de los directores que
ha sabido imponer su propio estilo cinematográfico durante los últimos
años, en cintas como Snatch (Cerdos y diamantes, 2000), RocknRolla (2008) y Sherlock Holmes (2009).
En esta ocasión, lo que nos ofrece es un verdadero despliegue de
sorprendentes CGI (imágenes generadas por computadora) y asombrosos
efectos especiales, con una destacada y compleja edición en manos de
James Herbert, con quien ha trabajado en repetidas ocasiones y, además,
con un score espléndido, a cargo de Daniel Pemberton (The Awakening, 2011), igualmente la calidad y nitidez tanto de la imagen como del sonido son realmente impresionantes.
mirandopeliculas
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